Tiene la palabra Fedosy Santaella.
Narrador contemporáneo, venezolano y leído.
Esta vez perfilamos a un escritor por su disciplina (su obra, ya reconocida, se debe a tal sacrificio).
Narrador contemporáneo, venezolano y leído.
Esta vez perfilamos a un escritor por su disciplina (su obra, ya reconocida, se debe a tal sacrificio).
Cuando le preguntan si está escribiendo,
siempre dice que sí, porque no necesariamente escribir todos los días implica
escribir algo nuevo, sino también revisar el trabajo ya hecho.
Alega que la escritura incluye el trabajo de revisión, uno de los más importantes.
Así como decía Quiroga: “No escribas bajo el imperio de la emoción”, hay un proceso de revisión constante del trabajo y eso trata de hacerlo Santaella todos los días.
Cada mañana, desde las siete trabaja en sus cosas.
Después de vestir a su hijo, despedir a su esposa, se sienta. Tiene la fortuna de trabajar en casa.
Tras escribir hasta las nueve, nueve y media y bajar la santamaría, se afana en las “cosas que producen dinero”.
A veces le dan las doce del día porque se entrega de fondo a la escritura y no a lo “otro”.
Los fines de semana procura darle un poco más de tiempo… Pero es un trabajo de todos los días.
Y solo trabaja en la pantalla, nunca en el papel.
Alega que la escritura incluye el trabajo de revisión, uno de los más importantes.
Así como decía Quiroga: “No escribas bajo el imperio de la emoción”, hay un proceso de revisión constante del trabajo y eso trata de hacerlo Santaella todos los días.
Cada mañana, desde las siete trabaja en sus cosas.
Después de vestir a su hijo, despedir a su esposa, se sienta. Tiene la fortuna de trabajar en casa.
Tras escribir hasta las nueve, nueve y media y bajar la santamaría, se afana en las “cosas que producen dinero”.
A veces le dan las doce del día porque se entrega de fondo a la escritura y no a lo “otro”.
Los fines de semana procura darle un poco más de tiempo… Pero es un trabajo de todos los días.
Y solo trabaja en la pantalla, nunca en el papel.
Con voz fresca defiende el disfrute de lo que
hace, e invita a no tomar la escritura como algo que se sufra… que se padezca. En
fin, se divierte escribiendo.
En su espacio no cuenta con una ventana con una gran vista, solo un cuarto pequeño donde escribe…
Su ventana es la pantalla de la computadora.
Una confesión en sus propias palabras: “Tengo una escopeta flower pegada en todo el frente de mi pared y la veo cada vez que escribo y me inspira. Eso sirve. Cuando estoy trancado, también me ayuda a arrancar”.
En su espacio no cuenta con una ventana con una gran vista, solo un cuarto pequeño donde escribe…
Su ventana es la pantalla de la computadora.
Una confesión en sus propias palabras: “Tengo una escopeta flower pegada en todo el frente de mi pared y la veo cada vez que escribo y me inspira. Eso sirve. Cuando estoy trancado, también me ayuda a arrancar”.
Le ha dado vueltas a la escritura de humor, a
lo detectivesco, lo policial, lo negro… con sus respectivas modificaciones.
Quizás haya una insistencia en el tema de la violencia, en el humor.
Dice, citando a Emil Cioran, que en cierto momento todo escritor comienza a reincidir en sus temas, a repetirse a sí mismo, copiarse de sí mismo. Santaella no lo ve como algo malo, es un camino que es deseable: empezar a trabajar sobre uno mismo. Eso es lo que también a cada cual lo va alejando de las influencias de afuera, para buscar el (propio) camino.
Quizás haya una insistencia en el tema de la violencia, en el humor.
Dice, citando a Emil Cioran, que en cierto momento todo escritor comienza a reincidir en sus temas, a repetirse a sí mismo, copiarse de sí mismo. Santaella no lo ve como algo malo, es un camino que es deseable: empezar a trabajar sobre uno mismo. Eso es lo que también a cada cual lo va alejando de las influencias de afuera, para buscar el (propio) camino.
2013 fue año exitoso para Santaella: ganó el
Concurso de Cuentos de El Nacional con “Taxidermia”, publicó Miguel Luna contra la bestia del bosque (para
niños y jóvenes) y la novela En
sueños matarás. De paso, resultó uno de los 9 finalistas (entre un total de
476 obras participantes) del Premio Herralde 2013 con su novela El dedo de David Lynch.
Y sigue escribiendo.