miércoles, 29 de junio de 2016

Eduardo Galeano: Sobre el arte de un escritor

El mío ha sido un largo camino hacia el desnudamiento de la palabra: desde las primeras tentativas de escribir, cuando era jovencito en una prosa abigarrada, llena de palabras que hoy me dan vergüenza, hasta llegar a un lenguaje que yo quisiera que fuera cada vez más claro, sencillo, y por lo tanto más complejo, porque la sencillez es la hija de una complejidad de creación que no se nota ni tiene que notarse. 
Uno siente primero que el trabajo intelectual consiste en hacer complejo lo simple, y después uno descubre que el trabajo intelectual consiste en hacer simple lo complejo. 
Y un caso de simplificación no es una tarea de embobamiento, no se trata de simplificar para rebajar de nivel intelectual, ni para negar la complejidad de la vida y de la literatura como expresión de la vida. 
Por el contrario, se trata de lograr un lenguaje que sea capaz de transmitir electricidad de vida suprimiendo todo lo que no sea digno de existencia. 
Para mí siempre ha sido fundamental la lección del maestro Juan Carlos Onetti, un gran escritor uruguayo muerto hace poco, que me guió los primeros pasos. 
Siempre me decía: “Vos acordate aquello que decían los chinos (yo creo que los chinos no decían eso, pero el viejo se lo había inventado para darle prestigio a lo que decía); las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio”. 
Entonces cuando escribo me voy preguntando: ¿estas palabras son mejores que el silencio?, ¿merecen existir realmente? 
Hago una versión, dos o tres, quince, veinte versiones, cada vez más cortas, más apretadas: edición corregida y disminuida. 
(...)
O sea, poder ir desnudando el lenguaje. 
Es el resultado de un gran esfuerzo, y no concluido, porque nace cada vez: a mí me cuesta escribir ahora tanto como cuando tenía 15 o 16 años y lloraba ante la hoja de papel en blanco porque no podía.


Caricatura de Andrés V. Moyá

martes, 28 de junio de 2016

EL ANTIHÉROE

(mejor que wikipedia)

Esto será breve. Primero, quien se opone al héroe no se llama antihéroe. Ni siquiera es justo hablar del "malo" o "malechor". Acaso de enemigos, y no dirá si son buenos o malos, son simplemente enemigos. Los términos dignos serán protagonista y antagonista, en afinidad con el origen de todo esto puesto en buena solfa por Aristóteles en su Poética

Recientemente, cosa de cien años o más, ya no hay mito detrás o encima del héroe. Ya no es el pretexto del héroe una historia o leyenda de dimensiones épicas. Ahora el héroe está "liberado de su antiquísima relación convencional con el Espacio y el Tiempo, cosa que lo caracterizaba como ser social, con sus reacciones lógicas justificadas desde el punto de vista histórico". 

El nuevo héroe se enfrenta a todo. No solamente a enemigos y calamidades descomunales. Todo recibe su atención, comentario y juicio. Todo pasa por él, a través de él. Registra el tiempo y el espacio, y las mínimas embestidas que se acumulan hacia él y desatan la urgencia de confesar. 

Parece que el héroe se aleja de la humanidad, tan grande en las epopeyas. No. Se mantiene cerca pero de la suya, acaso mínima escala del género humano, pero suficiente. Se enfrenta a lo absurdo desmontańdose en él. 

El antihéroe "no ambiciona tener virtudes exageradas y sonoros adjetivos de semidioses". Menos un traje que lo resalte o delate. Cambió el eje y la mirada en el escenario del nuevo héroe. "Su posición, su relación con el pasado, el futuro, el presente. Cambió también el rumbo de la narración. Se hizo vertical. Tiene como blanco el alma del hombre". Salen heridos los lectores. Las metas del héroe actual son las honduras de su condición nada heroica. Su heroísmo puede radicar en no querer(se) mentir heroizando su imagen (su ficción) falazmente como la mayoría. 

Su arma es el espejo ante el lector.



Citas extraídas del artículo "La antinovela y el antihéroe, contenido y punto de partida en el teatro y la novela contemporáneos" de Costoula Mitropoulou, traducido del griego por Fotios Malleros y aparecido en la revista Bizantion Nea Hellas 7-8 de la Universidad de Chile en 1985.

miércoles, 15 de junio de 2016

Camille Claudel a Auguste Rodin

...
Me acuesto completamente desnuda para creerme que usted esta aquí, pero cuando me despierto no es lo mismo.
Un abrazo
Camille

Sobre todo no me engañe más.





Final de una carta de Camille Claudel a Auguste Rodin en julio de 1889.